En la primavera del curso pasado se hablaba de un otoño caliente en la Comunidad de Madrid por la caterva de medidas que dejan a la educación pública en
paños menores y dodotis caídos (sobre todo teniendo en cuenta la sensibilidad demostrada por nuestros dirigentes hacia una etapa infantil meramente asistencial).
Pues bien; el otoño va avanzando, disminuyen los días, cambia la hora, llegan las nieves y, como sigamos así, se nos pasan las uvas pasas.
Dicen que ningún veneno es mortal en sí mismo; todo depende de la dosis; pudiera ser que cuando respiramos tan de cerca un aire tremendamente enrarecido, no apreciamos el olor de los humos que nos rodean. Porque da la impresión de que cada vez nos vamos ensimismando más como reinos de Taifas.
Todos decimos defender los Servicios Públicos, pero cada sector tiene su propia agenda: la Sanidad va por allá, los Servicios Sociales por aquí, la Educación por acullá. Y dentro de ésta, por ejemplo, cada uno baila y sufre su canción cuando le toca muy, muy de cerca: orientación, centros de adultos, compensatoria, escuelas infantiles, aulas de enlace…
Si en la letra coincidimos, ¿qué necesitamos para que todas las voces cantemos al unísono formando un coro armónico? ¿Es que los cantantes desafinamos estrepitosamente? ¿Tal vez nos embarga una afonía pertinaz o estamos ya muy fatigados? ¿O acaso nos falla el director porque su diapasón no nos marca el tono?
Nuestra Pssejjera Lucy Figar, máxima responsable de l
a Educación en la Comunidad de Madrid, declaraba recientemente en una entrevista que: “Los profesores deben centrarse en transmitir conocimientos, pero gastan su valioso tiempo en intentar que los alumnos se comporten adecuadamente. Así no se puede seguir”. (Fuente Magisterio Español y blog recuperar Madrid). Sin duda constituye un nuevo concepto de la inclusión y de las necesidades educativas especiales.

Pues bien; el otoño va avanzando, disminuyen los días, cambia la hora, llegan las nieves y, como sigamos así, se nos pasan las uvas pasas.
Dicen que ningún veneno es mortal en sí mismo; todo depende de la dosis; pudiera ser que cuando respiramos tan de cerca un aire tremendamente enrarecido, no apreciamos el olor de los humos que nos rodean. Porque da la impresión de que cada vez nos vamos ensimismando más como reinos de Taifas.
Todos decimos defender los Servicios Públicos, pero cada sector tiene su propia agenda: la Sanidad va por allá, los Servicios Sociales por aquí, la Educación por acullá. Y dentro de ésta, por ejemplo, cada uno baila y sufre su canción cuando le toca muy, muy de cerca: orientación, centros de adultos, compensatoria, escuelas infantiles, aulas de enlace…
Si en la letra coincidimos, ¿qué necesitamos para que todas las voces cantemos al unísono formando un coro armónico? ¿Es que los cantantes desafinamos estrepitosamente? ¿Tal vez nos embarga una afonía pertinaz o estamos ya muy fatigados? ¿O acaso nos falla el director porque su diapasón no nos marca el tono?
Nuestra Pssejjera Lucy Figar, máxima responsable de l

Mientras tanto, La jefa mayor EsperanZita, Gallarfaraón y sus escualos siguen brindándonos un espectá-culo lamentable de ansias de poder (sin duda pensando en el bien de la ciudadanía) y enfrentados por un quítame allá esas Cajas. A ver si terminan desenCajados de una vez.
En fin. Para no perder el norte, recurrimos hoy a las viñetas de uno de los reconocidos genios de nuestro tiempo: Forges; conserva sin duda esa viveza porque nada mas nacer enseguida se hizo niño; pase lo que pase nunca debemos perder el sentido del humor porque nos ayuda a la sonrisa y… una sonrisa siempre puede ayudarnos a mejorar la vida.