Y espigas vendimiar,
Una perra parir pollos
Y una gallina ladrar”.
Me acuerdo hoy de esta coplilla porque parece que con algunas noticias es como si el mundo se pusiera del revés.
Digo esto porque, ahora, parece que para ser un político que se precie tiene que estar inculpado.
Me acuerdo hoy de esta coplilla porque parece que con algunas noticias es como si el mundo se pusiera del revés.
Digo esto porque, ahora, parece que para ser un político que se precie tiene que estar inculpado.
Yo pensaba que cuando en un juzgado se admite una inculpación contra alguien es porque se encuentran indicios claros y fundados que señalan a esa persona como presunto autor de algún hecho susceptible de ser considerado delito. Pero parece que no, que estoy totalmente equivocado: ¡ser inculpado es un hecho tremendamente positivo y es una gran suerte!. Vamos, muchísisisimo mejor que si le hubiera tocado el bote de la bonoloto. Según esta nueva concepción, repetimos, un político pata negra (con perdón para los cerdos) tiene que ser inculpado; si además se apellida Fabra, Camps o Berlusconi, entonces ya rayamos en lo sublime.
El político inculpado saca pecho y se enorgullece de serlo porque lo que se dice contra él, a pesar de estar canalizado a través de los juzgados, es un invento de sus adversarios. Son los demás los que, no teniendo otra cosa que hacer, se dedican a ir poniendo denuncias por la vida sobre temas en los que los tribunales admiten sospechas fundadas de irregularidades y delitos; y si es necesario se niega la mayor arremetiendo contra los tribunales porque están compinchados con los denunciantes.
El político inculpado saca pecho y se enorgullece de serlo porque lo que se dice contra él, a pesar de estar canalizado a través de los juzgados, es un invento de sus adversarios. Son los demás los que, no teniendo otra cosa que hacer, se dedican a ir poniendo denuncias por la vida sobre temas en los que los tribunales admiten sospechas fundadas de irregularidades y delitos; y si es necesario se niega la mayor arremetiendo contra los tribunales porque están compinchados con los denunciantes.
Estos ingredientes, vociferados con soflama y una amplia sonrisa en los foros adecuados automáticamente convierte al político inculpado en un mártir, presumiendo de ello con la categoría que otorga ser “San Inculpado”.
¡Eso sí!, como la justicia es igual para todos, a los políticos inculpados ¡pobrecitos!, hay que protegerlos como aforados; porque la gente de la calle, que es malvada y envidiosa por naturaleza, en sus ratos libres sólo se dedica a cargar contra ellos con difamaciones y estarían todos los días resolviendo falsas acusaciones y causas injustas.
Nos encontramos, entonces, con la paradoja de que el político inculpado presume de ello porque todo es mentira, es un mártir y airea a los cuatro vientos que no tiene nada que esconder pero no renuncia a su condición de aforado, no vaya a ser que sí tenga algo que esconder. Esa condición de aforado, que yo creía que tenía que ayudar a garantizar un juicio justo para los cargos políticos, parece que se convierte en una agarradera para escabullirse mejor de las cargas penales.
Parecería lógico que si uno renuncia “a la silla” y se demuestra que todo era un bulo, sale reforzado como inocente; ¡pues tampoco!: en cuanto se mueve la silla, otro culo se sienta en ella y si te he visto no me acuerdo.
Es como si estuviésemos asistiendo al orgullo del político inculpado; como si por la puerta principal y con todas las credenciales se nos hubiera colado un berlusconismo de la política. ¿Será el mundo al revés?.
En la fotito podemos ver a dos políticos de pro (tegidos), Camps y Fabra, cuyo único interés, al parecer, es desvivirse por y para el pueblo; un interés tan desmedido que a fuerza de ejercitarlo le ha ido saliendo a cada cual, como sin querer, una aureola de santo en la coronilla; es justo el momento que capta esta instantánea.
¡Eso sí!, como la justicia es igual para todos, a los políticos inculpados ¡pobrecitos!, hay que protegerlos como aforados; porque la gente de la calle, que es malvada y envidiosa por naturaleza, en sus ratos libres sólo se dedica a cargar contra ellos con difamaciones y estarían todos los días resolviendo falsas acusaciones y causas injustas.
Nos encontramos, entonces, con la paradoja de que el político inculpado presume de ello porque todo es mentira, es un mártir y airea a los cuatro vientos que no tiene nada que esconder pero no renuncia a su condición de aforado, no vaya a ser que sí tenga algo que esconder. Esa condición de aforado, que yo creía que tenía que ayudar a garantizar un juicio justo para los cargos políticos, parece que se convierte en una agarradera para escabullirse mejor de las cargas penales.
Parecería lógico que si uno renuncia “a la silla” y se demuestra que todo era un bulo, sale reforzado como inocente; ¡pues tampoco!: en cuanto se mueve la silla, otro culo se sienta en ella y si te he visto no me acuerdo.
Es como si estuviésemos asistiendo al orgullo del político inculpado; como si por la puerta principal y con todas las credenciales se nos hubiera colado un berlusconismo de la política. ¿Será el mundo al revés?.
En la fotito podemos ver a dos políticos de pro (tegidos), Camps y Fabra, cuyo único interés, al parecer, es desvivirse por y para el pueblo; un interés tan desmedido que a fuerza de ejercitarlo le ha ido saliendo a cada cual, como sin querer, una aureola de santo en la coronilla; es justo el momento que capta esta instantánea.
2 comentarios:
he aquí una gran página:
http://www.esperanzaaguirre.net/
Que no se asuste nadie. La que proponía a la espe para lideresa candidata a presidenta ya no funciona. era ésta:
http://esperanza2012.com/
¿por qué ya no funciona?
Lo más alucinante de todo, es que hay quien les vota, y les defiende. No importa que roben,manipulen, malversen fondos públicos y desmantelen los servicios públicos en su beneficio. Como decía mi abuela ¡´Cosas veredes, los hombres volar!.
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