Las collonades de Aguirre

Nuestra presi de la Comunidad madrileña lo mismo hace a befas que a nefas; pájaro que mucho vuela, en cada sitio deja una pluma, decía mi abuela.

Hace unos días nos chamuscó las orejas largando en catalán; y no precisamente en la intimidad como su homo antecesor aznarín, no, que lo hizo a plena luz del día; los asuntos de intimidad los deja para echar un capote a los comentarios públicos de salidillo baboso en telemadrid, -un tal Salvador Sostres- diciendo que las conversaciones privadas, son privadas.

Al parecer, la lideresa tiene un criterio muy particular sobre qué y cuándo son conversaciones privadas, porque en otras ocasiones bien que ha comentado; y para colmo los dirigentes de Telemadrid sitúan el problema en cómo se han filtrado esos comentarios. Mire ud., doña: el problema es que, en un medio como Telemadrid, tengamos algunos contertulios cada vez más lenguaraces, a los que por las rendijas de un cuarteado barniz de cultura, sin necesidad de rascar, le salen borbotones y alardes de babosidad vomitiva y rayana en lo delictivo.
Así que la solución que se nos ocurre para que no tenga que defender a más Sáncheces Dragós ni a Salvadores sostres, condesa de nuestro corazón, déjese de collonades y ¡privatice ud.!, no se corte.

Privatice toda la educación pública que queda – si queda-, la sanidad pública que queda –si queda-, telemadrid, el canal de Isabel II, el sillón de Felipe II y las bolas del reloj de la puerta del sol; no se preocupe, ya nos las apañaremos con las uvas.

Si no le cuadran las cuentas, pruebe a subastar también la mitra de Monseñor Rouco o la camiseta de la selección que le regaló Villar; y si puede ser que lo gestione todo Gerardo Díaz Ferrán, que tiene amplia experiencia…
Cuando ya no quede más de dónde chupar ni qué privatizar, pierda cuidado que, como parece que en Madrid las tragaderas son anchas, siempre queda el recurso de reeditar la película “begin the beguine” en formato culebrón.
Para que siga mirándose el ombligo le dedicamos esta fotito instantánea con sus cuatro dobles: yo, mi, me, conmigo.