La ganadería de EsperanZita

Los morlacos zainos y bastante cenizos salieron atropelladamente de los toriles de la plaza Pssejería, jaledados por una vitola conmemorativa de Esperanzita; dispuestos a llevarse por delante todo lo público que encontrasen a su paso.

Iniciaron de inmediato un trote cochinero sin ningún tipo de previsión ni análisis, pues es sabido que el estilo de aprendizaje toril y cabestro es tremendamente impulsivo.
En su recorrido por la calle de Alcalá (que en su opinión, a la altura del nº 32 debería cambiar el nombre por el de “Callejón del Deterioro Educativo”) la comitiva atropelló de forma flagrante y a plena luz del día a las Escuelas infantiles y a los Centros de Formación del Profesorado.
Más adelante se encaminaron, resoplando y haciendo caso omiso a la señalización vertical de la vía, hacia la red de orientación con la intención de hacerla desaparecer de un plumazo y supeditarla al albur de alguna vaquilla que les acompañaba relamiéndose.
Los profesionales de la orientación, sorprendidos por la sinrazón de los corniabiertos, se agruparon utilizando como recursos el sentido común, la capacidad de organización, su bagaje profesional y las convicciones en defensa de la red de orientación pública como elemento de calidad educativa.
Una confluencia de factores hizo que los profesionales de la orientación fuesen diestros en el manejo del capote, realizando varias manoletinas y molinetes rematadas con una verónica impecable que dejaron a los probones (dícese de los toros que tantean en la embestida) bastante confusos y metidos hasta el corvejón en un lodazal fangoso.
La faena seguramente no termina aquí, porque estos animales son pregonados (toros que han sido corridos en otras ocasiones) y están resabiados. Además, ¡a saber lo que guardan sus ganaderos en la taleguilla!.
No obstante, y obviando que algunos -que ya conocemos- han visto los embistes desde el burladero, ahí nos van a encontrar: al descubierto (sin protección ni engaño), brindando la suerte a la defensa de los servicios públicos.

Para rematar, a esta horda animalesca no le vendría mal dar la cara y reconocer errores en vez de esconderse detrás de vaquillas de segundo orden con el papel de defender lo indefendible para que la imagen de los primeros espadas no quede “mancillada”. ¡pero si todo el mundo sabe ya quiénes son!.

Se cuenta en los mentideros que están entonando la medolía final de los sanfermines con el estribillo de "pobre de mí, pobre de mí, que me he metío en un charco y no sé como salir"

Disculpas por el atrevimiento en lenguaje taurino, teniendo en cuenta, además, que el que suscribe nunca ha visto una corrida de toros. Disculpas también a los toros porque su fuerza y nobleza no es del mismo cariz que la presentada aquí.