MANDA-MIENTOS DEL PRIVATIZADOR-A (2ª parte)

Continuamos el decálogo del privatizador-a de pro iniciado en el artículo anterior.

6.- Hay que inventar nuevos términos para que sea más científico.
A ser posible que suenen con fuerza, rotundidad y contundencia. Por ejemplo “externalizar” está bien porque tiene un deje de “exterminio” y otro de “zar”. Si a ello se le añade otra expresión como “gestión indirecta” el círculo esta cerrado porque se remite de uno a otro como en el diccionario en el que se encuentra “col” véase “berza” y “berza” véase “col”. Así cuando alguien pregunta qué significa “externalizar” con responder “pues de gestión indirecta” ¡ah!, pues eso, que se queda uno mucho más tranquilo.

7.- Para privatizar hay que tener amplitud de miras.
Si no hay una empresa de confianza en el sector se crea una nueva; para eso es muy útil consultar a los expertos. Por ejemplo por poco dinero se puede crear un concesionario específico para abrir zanjas con exclusividad ¿madritel? y meter cables de fibra óptica cuyos servicios ya se venderán con pingües beneficios; o vender unos servicios funerarios públicos por el incalculable valor de 100 pts= 0,60 euros. Otra posibilidad es hacer un curso intensivo de media hora (lo que se tarda en tramitar su participación en el botín) y ya se es una constructora con amplia experiencia en educación, disponible para gestionar todas las Escuelas Infantiles que se tercien.

8.- Cuando surgen dificultades, exigir la ayuda con fondos y apoyo público.
Mientras la tarta dura y endulza el bolsillo privatizador, es menester pavonearse con elogios a la buena gestión empresarial y grandes beneficios; pero si el rendimiento fuere poco, menor a la tajada esperada o los objetivos económicos no se cumplieren, entonces sí se considerarán servicios públicos a los efectos de subvencionar con el erario de todos los desmanes de unos pocos.

9.- Una logística de comunicación y divulgación de las ideas
Como es sabido, disponer de algunos medios de comunicación mangoneados por dirigentes afines multiplica la efectividad y buena imagen del privatizador. Además, si se pierde audiencia, la culpa es de los liberados sindicales, que soliviantan siempre al personal para enconarlo contra los dirigentes y con lo que ganan se pueden construir ochocientos o mil hospitales de quinientas camas en cada distrito.
Incluso no sólo hay que controlar los medios que bombardeen no sólo en la intimidad del hogar donde cada cual puede seleccionar (razón sublime para meter la basura televisiva que se tercie sin que los criterios éticos de los medios se cuestionen: “¡ah! que cambien de canal, cada uno es libre”) sino también en el exterior; así por ejemplo, mientras se espera el metro con las defensas bajas y la mirada ida, una selección con flases escogidos sobre la actualidad no tiene precio; y cuando te subes en él las pantallitas también continúan los laudes interesados (qué buenos son, que nos llevan de excursión).

10.- Ponerse un chubasquero antiescrúpulos.
Al buen privatizador de Servicios Públicos, no tienen que importarle nada ni las críticas, ni los comentarios de los profesionales, de gente en la calle, de los escritos de organizaciones, o de cualquiera que no sea afín; por supuesto, a los representantes de los trabajadores ni agua, que sabido es, reiteramos, son unos vagos frustrados que se ponen una bata blanca para aparentar que son médicos. En momentos delicados de visitas a los centros (cosa muy recomendable para que dé la impresión de que se inaugura algo cada día), si se escuchan reivindicaciones o preguntas es importante: ponerse el chubasquero con las orejeras caladas, llevar al lado a alguien que te arrope, que te ría las gracias y a quien mirar para aguantar el tirón; llevar siempre una sonrisa profiden, y mirar por encima del hombro con un mohín de desprecio. Como una imagen vale más que mil palabras, puede consultarse en You-Tube, el documento “video de Esperan-zita y Güem-es en la visita al Hospital Ramón y Cajal”, como magnífico anexo y ejemplo ilustrativo de actuación en estos casos.

Estos mandamientos pueden enriquecerse con cualquier milonga siempre que se consideren previamente dos condiciones: una sobredosis de prepotencia y un subidón de autoestima egocéntrica. Entonces ya tiene demostrada la formación Cum Laude para mangonear desde cualquier Pajarería o Pssejería (verbi gratia la de Educación).